Si no fuera porque estamos acostumbrados -unos más que otros- a las estridencias de Sánchez Dragó, pensaríamos que este artículo sobre los premios Nobel es polémico, muy polémico. En cualquier caso, arremete contra tantos premios Nobel que es difícil no estar de acuerdo con él en alguno de los nombres citados... Aunque me cuesta entender sus reticencias hacia un autor tan ameno e interesante como Vargas Llosa.
(Fuente: El Mundo, 11/10/201)
Crónica de un Nobel anunciado
"Gallimard dijo que el Nobel vende dos mil ejemplares. Si hay un premio sin más prestigio que el de tente mientras cobro que le da la prensa y tan devaluado como las coronas que lo alimentan, ése es el Nobel. Apunto y disparo sólo al de literatura y, más aún, al de la paz. ¿A qué tanto alboroto? ¿Qué autoridad moral puede arrogarse una institución que ha premiado a individuos de tan dudosa catadura como Kissinger (el del napalm), Esquivel (el que apoyaba a ETA), Gorbachov (pregunten a los rusos), la Menchú (una trepa más boba que Abundia), Arafat (un terrorista), Rabin y Peres (señores de la guerra), Kofi Annan (¡Kofi Annan!), Jimmy Carter (un cínico), Al Gore (otro) y Obama (el de Kabul)?
Y ahora, por chinchar a China, que lo merece, después de haberla chinchado con el Dalái Lama, van y premian a un oscuro crítico literario en cuya lista de méritos sólo hay tres renglones: el de haber participado en la jarana de Tiananmén -cosas así, a los veinte años, las hicimos todos-, el de haber suscrito un manifiesto como los hay a miles y el de padecer injusta (cierto) persecución por la justicia de un país que no la imparte. Magro bagaje es ése. Y en cuanto a los escritores..
«No quiero aguar la fiesta de Vargas Llosa, pero no puedo esconder que sólo pude acabar tres de sus novelas»
Claude Simon (un pestiño), Dario Fo (¡Dario Fo!), Imre Kertész (¿kertequé?), el lúgubre Coetzee (que tanto gusta a quienes les gusta Bernhard. Allá ellos), la odiosa Jelinek, el tocapelotas Pinter, Herta Müller (¿quién es ésa?)… Ya sé, ya sé que hay otros, pero no bastan para devolver la credibilidad a las extravagantes decisiones de los dinosaurios de Estocolmo, especialistas en premiar a escritores ilegibles, desconocidos (con razón), de izquierdas o de derechas (según sople el viento de la corrección política. Curioso criterio) y procedentes del extrarradio de la cultura.
Hay, en todo caso, muchas más ausencias de peso que presencias de fuste en la nómina del Nobel. No voy a recordarlas. Tampoco quiero aguar la fiesta de Vargas Llosa, eximio ciudadano, buen ensayista, buen periodista, buen pensador, buen profesor (supongo) y excelente persona. ¡Todos lo queremos tanto! Pero no puedo esconder, porque soy el Lobo Feroz, que sólo he conseguido acabar tres de sus novelas: La ciudad y los perros (en aquella época era yo capaz de leer cualquier cosa), Pantaleón y las visitadoras y La tía Julia y el escribidor. Obras menores, dicen, las dos últimas. Cuestión de gustos. Lo intentaré de nuevo con El sueño del celta. Y perdóname, Mario. De verdad que lo siento, pero soy así".
Fernando Sánchez Dragó
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Pues qué coño, tiene razón.
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