Loros. Fuente de la imagen en Internet |
El loro es uno de los pájaros más incomprendidos de este planeta. Bien mirado, son los precursores de las nuevas tecnologías sin que en ningún momento le hayamos rendido respeto ni admiración. Y sin embargo han sido ellos y no otros quienes, con sus frases urgentes y sentenciosas, vienen desde tiempos remotos allanando el camino para las redes sociales como Twitter o Facebook. Auténticos tweets que nunca sobrepasan los 140 caracteres como “Luisa, esta sopa está fría”, “Con esa minifalda esta niña no sale a la calle” o “Houston, tenemos un problema” han inundado los hogares que tienen la fortuna de sentar un loro a su mesa.
LOROS
Días atrás entré en una librería de un pueblo costero para comprar un
libro de Alice Munro –que desafortunadamente
no tenían– y acabé hojeando con agradable sorpresa una revista sobre loros. Escribo
“sorpresa” porque desconocía por completo que existiera una revista dedicada
exclusivamente a estas aves, y “agradable” porque me parece meritorio que en
este país, a priori tan plural, incluso los loros tengan su voz impresa en
papel couché.
El loro es uno de los pájaros más incomprendidos de este planeta. Bien
mirado, son los precursores de las nuevas tecnologías sin que en ningún momento
le hayamos rendido respeto ni admiración. Y sin embargo han sido ellos y no
otros quienes, con sus frases urgentes y sentenciosas, vienen desde tiempos
remotos allanando el camino para las redes sociales como Twitter o Facebook.
Auténticos tweets que nunca sobrepasan los 140 caracteres como “Luisa, esta
sopa está fría”, “Con esa minifalda esta niña no sale a la calle” o “Houston,
tenemos un problema” han inundado los hogares que tienen la fortuna de sentar
un loro a su mesa.
Sociológicamente me llama la atención que los loros y los seres
humanos recorramos caminos inversos: mientras ellos intentan asemejarse a las
personas con su breve parloteo, las personas de esta sociedad temerosa de la
libertad y del esfuerzo –proclives a repetir ideas y palabras que hemos
escuchado a otros– nos comportamos como auténticos loros.
Desde aquí rindo pleitesía a los loros, reyes legítimos de la economía
del lenguaje, no tanto por lo que se parecen a nosotros sino por lo mucho que nosotros
nos parecemos a ellos.
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Querido Fran: Aunque publicado hace ya tiempo, aún no había leído este articulito tuyo. Acabo de leerlo y tu reflexión me parece muy atinada. Pero, además, me ha venido a la memoria aquel precioso cuento breve de Apollinaire, titulado "El marinero de Amsterdam", en el que, en efecto, el loro es el único que habría podido dar fe de lo ocurrido -¡si pudiera hacerlo un animal!-, pues mantiene en su memoria -y repite sin cesar- las palabras que le oyó proferir a la víctima del lord en, para ella, trágica circunstancia. Le diré a Miguel que te lo envíe. Estoy segura de que le gustará a muchos de tus lectores. Un abrazo de Paz
ResponderEliminarGracias, Paz.
ResponderEliminarSí, dile a Miguel que me envíe el cuento de Apollinaire, que escuchemos hablar al loro. :-)
Abrazos
Los loros son aves fantásticas, muy inteligentes, yo tengo un loro que repite muchas palabras, lo de las redes sociales es muy bueno jeje.
ResponderEliminarUn saludo.
Miguel.R
Mi primo tiene un loro yaco y, aparte de ser precioso, habla de maravilla, con más coherencia que alguno que yo conozco jajaj. En eso de las frases de Twitter llevas razón, a veces el lorito suelta algunas que te quedas a cuadros.
ResponderEliminarSaludos!!