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Un cliente lee un libro en el Gran Café. Autor de la fotografía: FRC |
El cliente del Gran Café no podrá leer más esta columna de opinión mientras toma un café con churros o unas tortitas con nata. Tampoco podrá leer, endulzadas con un zumo de naranja natural, las noticias nacionales, locales o deportivas. No, no es que los gerentes de dicho local hayan boicoteado a este periódico. La cosa es más retorcida: es el destino quien los ha boicoteado a ellos. Desde hace un par de días, el Gran Café ha dejado de ser un local de hostelería para convertirse en un doloroso ejemplo más del pasado reciente de Ciconia. Escribo estas líneas con duelo, porque durante 27 años –los que ha estado abierto– he sido asiduo cliente suyo.