Arto Paasilina aúna esa simbiosis digna de agradecer, que a veces cuesta encontrar: calidad literaria y amenidad. Más que ameno, podría decirse que es muy ameno, aunque quizá su tendencía a tratar el tema de la muerte con cierto humor no sea del gusto de lectores poco dados a la irreverencia.
En fin, la prosa de Paasilina es deliciosa, como delicioso es el suicidio en grupo de los personajes de esta novela, cuya reseña nos llega de la mano de Sarah Manzano.
(El texto fue publicado en Papel en blanco el 31 de mazo de 2010).