Naufragio del crucero Costa Concordia. Fuente de la imagen
"Durante el naufragio, Schettino no se comportó como un valiente capitán de cuento de Joseph Conrad ni de película sobre el Titanic. De sobras es conocida su heroicidad: en vez de aguantar estoicamente en la nave hasta el fin, se cayó (eso dice él) en el interior de una lancha salvavidas. Vio el naufragio desde la orilla, seco. Si hubiera llevado una cámara fotográfica, podría haber hecho fotos para enviárselas en primicia a sus amigos de Facebook".
CUANDO LA SUERTE NAUFRAGA
Decimos que la vida da muchas vueltas cuando
queremos recordar la naturaleza casquivana de la suerte. Que se lo pregunten al
capitán Francesco
Schettino, desde el pasado viernes el
hombre más odiado de Italia. Con todos mis respetos hacia las víctimas y sus
familiares, el drama del crucero Costa Concordia, encallado a pocos metros de
la isla de Giglio, ofrece todos los ingredientes de novela de Arto Paaisilinna o de película de Berlanga. Schettino entendía el mar
como una inmensa sala de fiestas en el que él, el Príncipe de la Fortuna, bailaba
uno y otro vals ante la envidia generalizada. El parte de incidencias de la
noche de marras así lo atestigua: una cena abundante y unas copas de vino
generosas; el flirteo con una joven atractiva que no tenía pasaje; la desatención
al radar que hubiera evitado la catástrofe…
Durante el
naufragio, Schettino no se comportó como un valiente capitán de cuento de Joseph Conrad ni de película sobre el Titanic.
De sobras es conocida su heroicidad:
en vez de aguantar estoicamente en la nave hasta el fin, se cayó (eso dice él)
en el interior de una lancha salvavidas. Vio el naufragio desde la orilla, seco. Si hubiera llevado una cámara
fotográfica, podría haber hecho fotos para enviárselas en primicia a sus amigos
de Facebook.
Schettino
fue un cobarde en el barco y también fuera de él. Dice ahora que su actuación
ha salvado miles de vidas y su familia se queja de que muchos quieren acabar
con su carrera. ¡Por supuesto, faltaría más! Que a estas alturas esté en
arresto domiciliario y no en prisión demuestra que Italia, como España, es un
país inventado por Berlanga.
Artículo publicado en la contraportada de El
Periódico Extremadura el miércoles, 25 de enero de 2012).
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