Cantos de las sirenas. Fuente de la imagen |
"Había desoído los prudentes consejos de la diosa y deseaba con toda mi alma descender allí. No sellé con panal los laberintos de mis orejas ni dejé que mis esforzados compañeros me amarraran al mástil.
Hice virar hacia la isla y pronto pude distinguir sus voces con toda claridad. No decían nada; solamente cantaban. Sus cuerpos relucientes se nos mostraban como una presa magnífica".
Este cuento es uno de los más bellos de toda la selección (¡y ya son casi 200!). Pequeño como una piedra preciosa, como una esmeralda de magnífica talla -estructura-; de excelente brillo y color -estilo- y de denso y misterioso contenido -rica y profunda literariedad-. ¡Una maravilla! Gloria a Elizondo.
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