jueves, 30 de junio de 2011

La novia de King Kong y otras 111 lecturas bien aprovechadas


La novia de King Kong, de David Mena. Berenice, 2011

Por decirlo en corto: que la escritura de microrrelatos sea una actividad de moda en los últimos años se debe en gran medida a la creencia (consciente o inconsciente) de que se trata de un género asequible, fácil. Pero si aceptamos -y yo lo acepto con muchas reservas- que un buen microrrelato lo escribe casi cualquiera, habrá que aceptar también que un buen libro de microrrelatos no está al alcance de casi nadie, sobre todo si quienes lo cultivan no le rinden el debido respeto. Frente a tanta ligereza y tanta molicie, opino que sin una formación literaria consolidada -que no se alcanza en cuatro o cinco tardes- es difícil domesticar este género, como difícil es domesticar cualquier otro... 

Ese trabajo formativo del que hablo late en cada uno de los 112 textos que componen La novia de King Kong, de David Mena (San Roque, Cádiz, 1977), Premio Andalucía Joven de Narrativa 2010, recientemente publicado por la editorial Berenice. ¿Y qué hay tras este título tan comercial? Pues una propuesta poco comercial, diría yo, pues exige cierta preparación literaria por parte del lector para poder enfrentarse con éxito a tantos guiños culturales: cinematográficos, artísticos, literarios, del mundo del cómic y de los videojuegos... Autores como Lewis Carrol, Lord Byron, Borges, Poe, personajes mitológicos y literarios (el minotauro Gulliver, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Narciso), superhéroes (Hulk, El Hombre Antorcha, Batman), o artistas multidisciplinares como George Brasäi desfilan a sus anchas por estas 176 páginas. 

La novia de King Kong es una suerte de diario de lecturas donde su autor convierte sus impresiones culturales en mini-ficciones, que agrupa en torno a catorce temas. Los editores lo definen como "dietario de literatura urgente", etiqueta que suena muy chic pero que yo trato de evitar: el adjetivo "urgente" puede ser malinterpretado en el inconsciente de esos amigos de los atajos de quienes hablaba al principio. El género del microrrelato, creo, necesita menos urgencia y más dedicación a largo plazo. 

La novia de King Kong me ha parecido un libro francamente interesante, revestido de la dignidad propia del lector avezado, bien pensado y bien escrito. Quizá peque de culturalista, aunque en estos tiempos que corren -en relación al género del microrrelato- igual no es un defecto sino una virtud. 

No todos los microrrelatos me han gustado por igual, lo cual es lógico. Aunque asumo que puedo estar equivocado, por momentos he pensado que al libro le falta algo de combustión, de fuerza, de chispa, quizá porque su autor -es una hipótesis, pues no lo conozco- se ha esforzado demasiado en no caer en las humoradas vacuas que lastran tan a menudo a este género. Pero en términos generales considero que el libro merece una nota alta. 

Os ofrezco tres de los microrrelatos que más me han gustado. Elijo el primero por su puntería en el homenaje a Poe y los otros dos como ejemplos de microrrelatos no-culturalistas que tienen su propia autonomía, al margen de la percha que supone el libro. "El fusilamiento" exhala cierta metaliteratura que me recuerda un poco a "Continuidad de los parques", de Julio Cortázar. (O sea que no es un microrrelato culturalista sino simplemente culto...). 
En fin, espero que os gusten. 


A TRIBUTE (Edgar Allan Poe)
Cierra el libro, atranca la puerta del cuarto, se dice que nunca más leerá a Poe a media noche y con la cabeza debajo de la manta, espera que cese el aliento del animal inimaginable tras la puerta. 

EL FUSILAMIENTO
Aquella misma noche lo iban a matar. El tipo, tratando de disimular el nerviosismo de la espera, sacó un cigarrillo de la chaqueta y lo encendió, no podía dejar de pensar en lo que debían ser las balas cosiéndole el cuerpo. En ese momento, el autor, en una cuartilla aparte, no terminaba de perfilar el pasaje de la ejecución, enfrascado en los detalles psicológicos del sufrimiento de sus verdugos, que en ese momento apuraban entre risas el último trago en la cantina del cuartel, se echaban los fusiles al hombro y salían camino del paredón. 


EL TURNO DE NOCHE
Mi mujer me ha dejado, y estoy solo. Solo hasta pudrirme las cejas. Desde entonces en el almacén de muebles, en el turno de noche, me dejo dormir sobre los dormitorios en exposición, y pienso en ella, en la forma de la habitación en la que estará durmiendo. La imagino entrando por la falsa puerta y quitarse la ropa delante de mí, como si yo no estuviera. Antes de acostarse arreglaría las flores de plástico de la cómodo a medio montar, y pondría un poco de orden sobre los cajones vacíos. Algo de esto ha de tener el lugar en el que ahora duerme, me digo, mientras recorro en la penumbra la habitación en la que estoy echado. 
Cada noche la misma escena en distintos dormitorios, y quizás sea eso lo que más me acerque a ella, esto de estar cruzando una ciudad imaginada dormitorio a dormitorio, cama a cama, sin esperar encontrarla. 

David Mena, La novia de King Kong, Berenice, 2011. 

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