sábado, 28 de mayo de 2011

La selección del vocabulario


Representación teatral. Fotografía: Francisco Rodríguez Criado


Siempre me han llamado mucho la atención aquellas personas que, seguramente para evitar la presunta complejidad de las oraciones subordinadas, a la hora de contar algún suceso repiten mediante entrecomillados orales qué dijo cada persona en la escena de turno. Me dice... y yo le digo, y entonces él va y me dice..., etcétera. Lo que hacen es, digamos, teatro para evitar la participación de un narrador, que podría despachar el suceso en pocas palabras.
Reconozco que estas personas, tan enfáticas y enemigas del resumen, son muy expresivas, pero en la mayoría de los casos acaban resultando cansinas, porque requieren toda tu atención mientras desarrollan una escena de teatro a veces interminable.  
Dietrich Schwanitz aborda este problema (la no selección del vocabulario) en La cultura, todo lo que hay que leer, Taurus, 2007.



El principio masculino de la variación a través de la selección del vocabulario

"Tomemos el verso de Guillermo Tell. Schiller dice: 
"El hacha en casa ahorra el carpintero". 
También podríamos decir: 
"El destornillador en casa ahorra el electricista". 
He sustituido hacha por destornillador y carpintero por electricista sin modificar el sentido de la oración. Este tipo de sustituciones permiten comprobar si, pese a las modificaciones, el sentido permanece idéntico. Y a la inversa: cuando el sentido permanece idéntico, dicho sentido constituye el marco en el que las distintas formas aparecen como variaciones de idéntico valor. 
Así, en lugar de las dos frases anteriores, también podemos decir: 
"Las herramientas en casa ahorra el trabajador". 
Esto pone de manifiesto que trabajador es la base común de carpintero y electricista; lo mismo cabe decir herramienta respecto de hacha y destornillador. Aquello que permanece idéntico es el sentido de la oración, que constituye el marco para la selección de las variaciones léxicas. Ahora entendemos por qué hemos de conocer los elementos de una oración: sólo así podremos determinar el lugar correcto de cada elemento cuando procedemos a su variación. Del mismo modo, trasplantar un órgano requiere conocimientos de anatomía, para no caer en el error de sustituir un corazón por un hígado: este cambio no funcionaría. Y sólo quien puede separar el sentido de la forma lingüística, puede darle otra forma. Pero ¿por qué es esto tan importante?
Porque la comunicación nos exige permanentemente esta tarea. 
Imaginemos un profesor que se dirige hacia el aula y de repente oye un grito. Abre la puerta, ve a un par de alumnos que se ríen estúpidamente y les pregunta: "¿Qué ha pasado aquí?". E imaginemos también a Emilio y Alberto, dos alumnos que responden a esta pregunta de forma completamente distinta. Emilio diría: "Ha sucedido así: Alberto me ha dicho: "Eres un gallina". "Si yo soy un gallina, tú eres un mierda", le he dicho yo. "Repítelo y te parto la cara". "¿A que no te atreves a chillar tan fuerte como puedas?", me ha dicho. "Quieres tomarme el pelo", he contestado. Entonces Carlos ha dicho: "¿Ves como es un cobarde?". "¿Que yo soy un cobarde"?, he dicho yo, y entonces he gritado". 
Alberto diría: Hemos hecho una estúpida apuesta, queríamos comprobar si Emilio se atrevía a gritar muy fuerte". 
¿Cuál de ellos es mejor alumno? ¿También ustedes apuestan por Alberto? ¿Por qué?
Correcto. Emilio es incapaz de apartarse de la forma en que han transcurrido los hechos. Para él, el sentido de lo que ha sucedido está completamente ligado a la situación y al diálogo; se ve obligado a reproducir toda la escena. Alberto, en cambio, separa el sentido de la forma en que han transcurrido los hechos, a los que alude calificándolos de "estúpidos", resume lo sucedido y le da otra forma que expresa su respeto al profesor, su distanciamiento de la situación y su capacidad para ver el asunto desde distintos puntos de vista. Hay muchas personas que están en la misma situación que Emilio. Mientras no logren salir de ella, vivirán en un gueto. No necesitan enseñarnos sus calificaciones escolares. Las reconocemos por el modo de hablar, e inmediatamente emitimos nuestro fallo: personas incultas". 

Dietrich Schwanitz, La cultura, todo lo que hay que leer, Taurus, 2007.




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2 comentarios:

  1. ¿"LaS herramientaS en casa AHORRA el trabajador"?, ¿qué es esto? Creo que el sujeto debe concordar en número con el verbo, ¿no?

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  2. Efectivamente, Anónimo. Por eso el traductor de este fragmento ha hecho bien su trabajo y no hay el error que crees haber visto. "Las herramientas" no es el sujeto sino el complemento directo. El sujeto es "el trabajador". El hipérbaton puede inducir a confusión, pero la frase es correcta. Si te resulta más sencillo: "El trabajador ahorra las herramientas en casa".

    Saludos

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