Locos al volante

 

Tony Cantó ha grabado un vídeo en el que le dedica unas palabras al kamikaze que hace unos días acabó con la vida de su hija Carlota. El actor le desea “una pronta recuperación y ánimo y fuerza para soportar la carga que llevará de por vida”. Por si algún lector no está al corriente, esta chica, de dieciocho años, y su novio, Xavier Arraut, de veinte, murieron en un accidente de tráfico, arrollados por un conductor completamente ebrio que invadió el carril contrario. Me pregunto si resulta pertinente abrir una grieta de luz en el dolor más profundo para desearle una pronta recuperación a alguien que no tiene reparos en subirse a un coche con una dosis de alcohol en el cuerpo cinco veces superior a la permitida. ¿Qué precio debería pagar este insensato por la muerte gratuita de estos dos jóvenes que cometieron el pecado de estar en el sitio equivocado en el momento equivocado? Como ocurre siempre, pagará menos de lo deseable.  

Muchos percibimos una injusta asimetría entre la penalización que han de pagar unos conductores y otros. Un conductor serio y responsable puede ver mermada su cuenta corriente y su carné de puntos porque en un pequeño descuido sobrepasa en tres kilómetros la velocidad (de paso de tortuga) permitida en un solitario túnel mientras otros, amantes del peligro, juegan alegremente con sus vidas y con las de los demás y aun así salen prácticamente impunes. Nadie podrá devolverle la vida a Carlota Cantó y a su novio. Solo cabe esperar que su verdugo y los que se comportan como él en las carreteras no vuelvan a tocar un volante que no sea el de los coches de choque de la feria. 

 Francisco Rodríguez Criado

(Artículo publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO Extremadura el miércoles 9 de febrero  de 2011). 


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