viernes, 30 de diciembre de 2011

Bibliotecas para la Historia



Sala principal de la Librería del Congreso, en el Edificio Thomas Jefferson, en 2009. Autora: Carol McKinney Highsmith. Fuente de la imagen 

"La famosa Biblioteca de Alejandría fue en su época la más grande del mundo. Todos los documentos que se consevaban eran copias en papiro que se enrrollaban sobre un cilindro de madera. Los textos se escribían en columnas con tinta diluida en mirra. Al principio, los rollos se etiquetaban y colocaban por materias (literarias, científicas, filosóficas...) pero más tarde se dispusieron por orden alfabético según el nombre del autor. Fue destruida en un incendio supuestamente provocado por Julio César".
María Carvajal


BIBLIOTECAS PARA LA HISTORIA
María Carvajal

Cada lector apasionado suele tener en casa una pequeña biblioteca considerada casi un templo que alberga en sus estantes pequeñas y grandes joyas literarias. A veces, cuando entramos en la casa de un amigo, familiar o conocido y, por determinados motivos, nos mantiene a la espera en el salón (siempre hay un motivo para esto) nuestra curiosidad suele llevarnos hasta su pequeña biblioteca. Y es ahí donde conocemos un poco más a nuestro anfitrión.

A mayor escala también nos encontramos con bibliotecas repartidas por todo el mundo que, igual que un anfitrión, nos muestra algo más de la ciudad que las alberga.

Por ejemplo, la Biblioteca Nacional de Israel tiene como objetivo preservar todas las publicaciones del mundo que traten sobren el Judaísmo y el pueblo judío, así como todo lo que se haya publicado en Israel en cualquier lengua. Desde la reforma de la ley en 2001 también se consideró imprescindible conservar el material publicado en soporte de audio o vídeo.

La famosa Biblioteca de Alejandría fue en su época la más grande del mundo. Todos los documentos que se consevaban eran copias en papiro que se enrrollaban sobre un cilindro de madera. Los textos se escribían en columnas con tinta diluida en mirra. Al principio, los rollos se etiquetaban y colocaban por materias (literarias, científicas, filosóficas...) pero más tarde se dispusieron por orden alfabético según el nombre del autor. Fue destruida en un incendio supuestamente provocado por Julio César.

Actualmente, la más grande del mundo es la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, fundada en Washington D.C., en 1800. Allí se conservan unos treinta millones de libros, alrededor de sesenta millones de manuscritos, unos seis mil comics, tres millones de grabaciones, una gran colección de libros raros y todo tipo de documentos cartográficos, fotográficos, así como partituras y prensa. Entre sus reliquias se encuentra una de las cuatro copias de la Biblia de Gutenberg y el borrador de la Declaración de Independencia.

La Biblioteca Pública de Kansas City tiene un diseño llamativo y original pues la construcción de la fachada del parking está decorada con lomos gigantes de libros de las obras literarias que los habitantes de la ciudad consideran más representativas.

La Biblioteca de Sarajevo fue construida en 1894 y casi un siglo después, en 1992, sufrió un incendio provocado por los bombardeos de los radicales serbios que destruyó unos seiscientos mil volúmenes de su colección. Dos años después, la Orquesta Sinfónica de Sarajevo y el Coro de la Catedral de la ciudad interpretaron el Requiem de Mozart entre las ruinas de este edificio. Hay que subrayar, además, que esta biblioteca es el personaje de la novela (que parte de un hecho real) de Steven Galloway titulada El Violonchelista de Sarajevo, en la que se narra cómo un violonchelista, después del bombardeo, va todas las tardes a tocar el Adagio de Albinoni sobre las ruinas de la biblioteca en homenaje a las veintidos personas muertas en ese ataque. Actualmente el edificio está en proceso de reconstrucción.

La Biblioteca del Vaticano conserva el manuscrito completo más antiguo de la Biblia, el Codex Vaticanus, un manuscrito autógrafo de santo Tomás de Aquino, así como las actas originales del proceso de Galileo, entre otros. Esta biblioteca está en proceso de digitalizar muchos de sus escritos con tecnología de la NASA.

Y si de curiosidades se trata, hay que apuntar que la fotografía deinterior más grande del mundo está tomada en una de las salas, de estilo barroco, de la Biblioteca del Monasterio de Strahov, en Praga. La imagen pesa cuarenta gigapíxeles y su autor es Jeffrey Martin.

Como veis, queridos lectores, además de multitud de libros, las bibliotecas guardan historias de su propia historia. Como las que nos cuentan nuestros anfitriones cuando curioseamos sus libros para hacernos saber cómo llegó tal obra hasta sus manos.

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