El juego de la taba de Elías Moro

Portada de El juego de la taba, de Elías Moro (Calambur, 2010)

Con motivo de la lectura que Elías Moro hizo el pasado año en el taller de escritura que imparto en Alburquerque (Badajoz), pudimos leer un adelanto de estos "divertimentos" literarios incluidos en El juego de la taba, un cajón de sastre -en el buen sentido de la palabra- que reúne minificciones, aforismos, microrrelatos, reflexiones, etcétera.

Ahora que Elías Moro acaba de publicar el libro en la editorial Calambur, se hace pertinente ofrecer algunos de estos textos a los lectores de narrativabreve.com. 

Espero que os gusten. 

Si supiera orientarme por la vida como lo hago en lugares o ciudades desconocidas, otro gallo me cantara. Bien es cierto que en éstas me pierdo de cuando en cuando, pero siempre consigo llegar, mal que bien, al destino que me haya propuesto.

Lo que no puedo decir con respecto a la vida, donde los caminos son siempre inciertos, y es más difícil, cuando no imposible, desandar lo andado.

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El erotismo es a la lujuria lo que la guinda al pastel: un refinamiento delicioso.

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Podría oler tu perfume perdido entre una multitud, sentir tus caricias en mitad del desierto, mojarme con tus besos en el fondo del océano.

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Asombro

Si bien es cierto que me gusta mirarlas, su elegancia en el vuelo, ese mecerse en el aire y dejarse llevar a su antojo, no acabo de acostumbrarme a ver esas bandadas de gaviotas que se abaten como plagas en este rincón de la península tan alejado de cualquier costa. Imagino que un estupor semejante sentiría un marinero si, de buenas a primeras, el palo mayor de su navío amaneciera sembrado de gorriones mientras faena en alta mar.

Cortesía peligrosa

Aquella finisecular fórmula de cortesía que se utilizaba en las despedidas -“Póngame usted a los pies de su señora”-, yo creo que cayó en desuso por el peligro que suponía (siquiera fuera metafóricamente) de ser pisoteados por la dama en cuestión.

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Homenaje

Entro en la cafetería y la veo. Sola, fumando en silencio, sonriendo, tal parece estar dándose un homenaje a sí misma. Algo que, a la vista está, no hay ninguna duda de que se merece.

El mejor café del día.

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 En la frase “te querré siempre”, la forma verbal de futuro no garantiza nada (¿alguien sabe de cierto lo que ocurrirá de aquí    a mañana?). Y el adverbio de tiempo tampoco es que goce ahora de mucho prestigio que digamos.

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Yo creo que se adquiere eso que hemos dado en llamar “uso de razón” (que apenas usamos y que algunos no alcanzan jamás), no a esa edad inconcreta de cuando dejamos de ser niños (cosa que, por otra parte, nunca dejamos de ser), sino cuando tomamos conciencia de la muerte.

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El tiempo pasa

Ya guardo fotografías donde soy más viejo que las que tengo de mis padres.

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La lluvia es la música del cielo.

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En la poesía y en la música hay que entrar -como en ciertos recintos sagrados- descalzos, en silencio, respetuosamente.

Elías Moro Cuéllar

Elías Moro (Madrid, 1959) es autor de los libros de poemas “Contrabando” (ERE, Mérida, 1987), “Casi humanos (bestiario)” (Germanía, 2001), “Palos de ciego” (El Pájaro Solitario, 2002), “La tabla del 3” (De la luna libros, 2004) y la antología “En piel y huesos” (ERE, 2009). En el terreno de la prosa ha publicado el libro de relatos “Óbitos súbitos” (ERE, 2000) y el libro de textos breves “Me acuerdo” (De la luna libros, 1999), en colaboración con Daniel Casado. Una edición corregida y aumentada del mismo título, ya en solitario, acaba de aparecer en Calambur Editorial, 2009. Asimismo, sus poemas han aparecido en las carpetas “Bestiario” -con el pintor Luis Ledo-, y “Abrazos” -con ilustraciones de Petra Portillo- (Escuela de Arte de Mérida, 2006).

 

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