Selección española en el Mundial del 82. Fuente de la imagen |
EL SUEÑO DE ESPAÑA
De niño jugábamos en el patio del colegio a
ser Garrincha, Rivelino o –ya puestos– Pelé.
En casa también teníamos o habíamos tenido grandes jugadores (Iribar, Amancio, Pirri), pero
como soñar era gratis íbamos a lo grande: a los brasileños. Brasil era entonces
el Fútbol, en mayúsculas, ese deporte al que todos jugaban pero que –así nos lo
parecía– siempre ganaban los cariocas con sus regates de fantasía.
Sin embargo, con el paso de los años el
rumboso Brasil se fue deshinchando. Aunque igual de malabaristas que siempre,
su juego no terminaba de cuajar y eran selecciones intrusas las que se imponían en los Mundiales. Y por extraño que
antaño pudiera parecer cuando parecíamos anclados ad eternum a la furia (eufemismo con el que abrazábamos nuestra
impotencia), la selección española acabó por convertirse en la mejor del mundo.
Pelé y los suyos habían vuelto a nacer y ahora hablaban español e incluso
catalán.
Pero a veces el mito acaba venciendo a la
realidad y el sueño se convierte en pesadilla. Es lo que ocurrió el pasado
domingo en el más mítico de los estadios: el Maracaná. La goleada de Brasil a
España (3-0) en la final de la Copa Confederaciones ha venido a demostrar que
donde hay patrón no manda marinero. O al menos hasta el próximo mundial, que está
a la vuelta de la esquina, donde España posiblemente habrá de vérselas de nuevo
con Brasil, y quién sabe si en la final. Será el momento de consolidar nuestra
fe en que España es mucho más que el sueño de una noche de verano pergeñado por
cuarenta millones de ciudadanos a quienes vencer
se les antoja un verbo que solo hablan los brasileños.
(Artículo
publicado en El Periódico Extremadura el
miércoles, 3 de julio de 2013).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
narrativabreve.com agradece tus comentarios.
Nota: el administrador de este blog revisará cada comentario antes de publicarlo para confirmar que no se trata de spam o de publicidad encubierta. Cualquier lector tiene derecho a opinar en libertad, pero narrativabreve.com no publicará comentarios que incluyan insultos.