Luis Antonio de Villena. Fuente de la imagen |
Este
es un post curioso por varios motivos. Luis Antonio de Villena cuenta en él que El Mundo le pidió un microrrelato para publicarlo
durante el pasado mes de agosto. Hace unos días el escritor madrileño colgó el
microrrelato en su web, y para tratar de aliviar el hermetismo de su
minificción ha tenido el detalle de explicárselo a los lectores. Eso ya es una
curiosidad. La otra es que El Mundo le pida un microrrelato a un autor que confiesa
no dominar el género. (Bien por ese gesto de sinceridad y de humildad de Luis
Antonio de Villena, poeta, ensayista, traductor y crítico, pero no
microrrelatista). La pregunta que me hago (y que se habrá hecho el propio
autor) es: ¿por qué le piden un microrrelato a quien no domina el género ni ha
demostrado nunca -que yo sepa- tener especial interés por él? La respuesta es
obvia. En estos casos se prima la firma (consagrada, of course) antes que la calidad del texto. C0mo diría mi
abuela: ¡Señor, qué país!
Doy el texto, tal como lo publicó De Villena en su
web el 20 de septiembre de 2011.
"El diario `El Mundo´ nos pidió en Agosto una serie de microrrelatos a unos cuantos escritores. Por motivos de diseño de página -imagino- se eludió el título, lo que en el mío era importante. No soy especial aficionado a este género de mininarrativa. Pero hice el intento. Mi microrrelato se titulaba “Lecturas estivales” y apareció -sin el título- el pasado 16 de agosto en el periódico aludido. Dice así: “Estaba con la reina en Tarso. Las velas púrpuras. Antonio. Un aroma de sándalo… Oí tu voz: Mañana en la piscina, cabrón. Olí a aceite derramado.”
El
título importaba porque sugiere que el joven protagonista (aludido por el
lenguaje de su amigo) está leyendo, ese verano, una novela histórica, sobre
Marco Antonio y Cleopatra, que se encontraron en Tarso, en medio del boato y
esplendor de la reina egipcia. Pero puede que el amigo que propone se llame
también Antonio. Sugiere que mañana en la piscina ocurrirá algo lúbrico que
esperan ambos. De ahí ese olor a aceite derramado: protector de la piel o
lubricidad, sin más. No creo que sea un textito logrado y ya digo que me tienta
poco el microrrelato, pero al reproducir este y explicarlo brevemente, quiero
aludir a sus límites y a sus dificultades. Imagino, por tanto, uno bueno de
cada cien, más o menos. Un buen microrrelato sería como un aforismo
deslumbrante. No como un apunte diarístico o una nota al azar escrita o
pergeñada. ¿Titulo esta mínima lección ” praxis literaria”?".
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