Aztecas. Fuente de la imagen |
EL PUNCHE DE ORO
El oro, metal precioso, eternamente brillante, inalterable ante el paso del tiempo, es el símbolo sagrado con el cual los primeros habitantes de América celebraban la perfección de la divinidad.
Una aparición nocturna, el Punche, un alma en pena que aún hoy deambula en las oscuras noches por las costas de Nicaragua, encarna este símbolo.
Dos veces al año, a mitad de la Semana Santa y en agosto, una luz cegadora emerge del furibundo oleaje del océano Pacífico. Es un enorme Punche de Oro. El brillo aparece cerca del Cerro de Oro. El cerro es un sitio misterioso. Allí habitan venados que no mueren cuando los cazadores le disparan. Hay árboles cargados de frutos durante las cuatro estaciones y flores de todos los colores, que jamás se marchitan, pero quien quiera llevarse algo de ese lugar, quedará en él para siempre, encantado.
La gran bola de fuego sigue su mágico itinerario por las playas, que se encienden con su fulgor, y hace un alto delante de la puerta mayor de la iglesia de Subtiava para reverenciar al sol, suspendido en la bóveda del antiguo templo. En esa población los conquistadores ahorcaron a Anáhuac, el último cacique de los subtiava. Anáhuac fue colgado de un tamarindo que todavía está en Subtiava. El árbol vive permanentemente cargado de frutos, pero los habitantes del lugar saben que no se pueden comer.
El recorrido del Punche de Oro termina en las ruinas de Veracruz, que están custodiadas por una anciana centenaria.
-Aquí cerca, en Subtiava, hay un inmenso tesoro enterrado y el espíritu de ese tesoro sale por las noches. Nadie ha logrado atraparlo. El Punche brilla como el oro y sus ojos son como diamantes de fuego, yo lo he visto -asegura la guardiana de ruinas-. Los que lo han intentado perdieron el conocimiento apenas se acercaron. El día que agarren al Punche de Oro van a desencantar al cacique de Anáhuac.
Los subtiava siguen esperando que un hijo de la comunidad recupere el tesoro, símbolo de su espíritu enterrado por los antiguos ante la violenta irrupción del conquistador.
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Leyendas de América Central. Recopilación y notas: Olga Díaz, Ediciones B Argentina, 2002, páginas 111, 112.
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Agradable propuesta para los lectores. saludos y espero leerlos siempre ...
ResponderEliminaratte
Gracias, DP, por leernos. Y por el enlace. Acabo de poner un link a "El agujero del cangrejo" en la sección "Nos enlazan".
ResponderEliminarSaludos