La canción de Navidad, de Charles Dickens, ilustrada por Dino Battaglia |
La relación entre la Navidad y la literatura viene de muy lejos. Son muchos los autores que, antes o después, han dedicado alguna de sus obras al tema navideño.
Este escrito, publicado el 21 de diciembre de 2008 en el blog Marita Ragozza de Mandrini, Espíritu en la Red, hace un repaso por alguna de las obras, por así decirlo, literario-navideñas más significativas.
LITERATURA Y NAVIDAD
Drama o comedia, la Navidad constituye una suerte de género, un alarde literario que, en sí mismo, contiene sus particularidades expresivas, desde la novela, la poesía, el teatro y, sobre manera, el cuento. Todos los grandes escritores le han dedicado al menos un relato.
Desde Fedor Dostoiesvki, autor de "Un árbol de Noel y una boda", una alegoría acerca de la esperanza y de la capacidad del ser humano de redimirse, a Gabriel García Márquez, que escribió un pequeño cuento de Navidad, apenas conocido y publicado en la Revista de Cubana de Aviación en 1993.
"Estas navidades siniestras" es un crudo retrato contemporáneo, casi un artículo de opinión que acaba proclamando: "954 millones de cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero muchos lo celebran como si en realidad no lo creyeran".
Pero, "¡volvámonos buenos todos, ahora que se acerca la Santa Noche y perdonemos!", escribió Luigi Pirandello en "Navidad en el Rhin", un relato temprano, de 1896, cuando no le merodeaban seis personajes en busca de autor.
La literatura ha sido la herramienta más utilizada desde la Edad Media para ensartar historias en las que el hombre se redescubre a sí mismo, más dadivoso y benevolente. El más famoso, el "Cuento de Navidad" de Charles Dickens, por ejemplo, que ha influido en toda la literatura navideña.
Escrita por en 1843, esta novela corta dividida en cinco capítulos que han sido definidos como estrofas por su autor, narra la historia de Ebenezer Scrooge, un avaro frío y calculador que, en Navidad, aprende a reír.
Son los fantasmas de la Navidad pasada, presente y futura los que le hacen ver que "me habría gustado, lo confieso, gozar de la ingenua libertad de un niño y, no obstante, ser lo bastante hombre como para apreciar su valor".
Es un patrón que se repite. La Navidad es tradición, memoria e infancia. Dylan Thomas escribió "La Navidad de un niño en Gales", una conversación entrañable entre un abuelo y su nieto, rememorando navidades en la orilla de un pueblo costero. Que también es referencia obligada en los países anglosajones.
Son obras que regresan a los buenos sentimientos y la generosidad, ambientadas necesariamente en Navidad, con personajes desgraciados o desvalidos, que encuentran consuelo o se transforman.
"El cascanueces" de E.T.A. Hoffman con los húsares haciendo frente al rey de los ratones o "La vendedora de fósforos", de Hans Christian Andersen, triste y doloroso como uno pies desnudos sobre la nieve, son dos de las más famosas.
La magia y la fantasía están presentes, con un punto de terror incluso. Citemos: el rigor narrativo de "Noche de navidad", de Guy de Maupassant, con su gordo y altivo Henry Templier. El precioso "Cuento de navidad" con el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas de Ray Bradbury. La ternura y desbordada imaginación de las "Cartas de Papa Noel" de J.R.R. Tolkien. Y esa bella parábola de Oscar Wilde que es "El gigante egoísta".
Hay Navidad sentimental, heredada por el misterio de la literatura. Un paisaje de luces, abetos, filantropía, renos, muérdago, regalos y Santa Claus, Hermanos Grimm, Hans Christian Handersen. "El deseo de Navidad de Pat Hobby", de Francis Scott Fitzgerald. Y hasta de "El suplicio de Año Nuevo", que Anton Chejov compuso retratando las visitas de cortesía que se hacían a familiares y conocidos para felicitar el año nuevo en la Rusia zarista.
De la esperanza y el fervor religioso de Nicolás Gogol en su "Nochebuena" al Truman Capote de "Una navidad", que recrea autobiográficamente ese instante tenebroso en que alguien nos dice que Santa Claus o los Reyes Magos no existen.
Hay también otro espíritu navideño también en la literatura española. El de "La adoración de los Reyes" de Valle-Inclán, "Lo que lleva el Rey Gaspar" de Azorín, "Nochebuena aristocrática" de Jacinto Benavente. Y de Bécquer, Clarín, Blasco Ibáñez, Francisco Ayala...
Misa del Gallo, Nochebuena, villancicos, portal de Belén, Nochevieja, Reyes, hasta el Gordo del sorteo de Navidad... "Todos estos acontecimientos encuentran su lugar en estas narraciones, y su lectura es, además de un gozoso entretenimiento, un medio singular de mantenerlos vivos, de reconocer nuestra identidad cultural en las fiestas más hermosas del año", afirma Rafael Alarcón Sierra, que ha recopilado relatos en dos volúmenes en "Cuentos españoles de navidad".
Van desde "La Nochebuena del poeta", de Pedro Antonio de Alarcón, a "La mula y el buey", de Benito Pérez Galdós. Y los numerosos que escribió Emilia Pardo Bazán con su naturalismo a lo Zola: "Cuentos de Navidad y de Reyes", "Nochebuena en el infierno", "Cena de Navidad", "Los santos Reyes"....
Y América lo suscribe relato a relato. "Las misas de Navidad" del mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, "Cuento de Nochebuena" del también modernista Rubén Darío y "La adoración de los Reyes Magos" del gran Manuel Mújica Lainez, inspirado en el cuadro de Pedro Pablo Rubens en el Museo del Prado. Hasta Horacio Quiroga, genio del cuento breve, que escribió "Noche de Reyes" o un "Cuento laico de Navidad "literatura y navidad".
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