miércoles, 29 de diciembre de 2010

Caballos en la Patagonia

"Caballo Patagónico", de Betty Hagen

La historia es edificante: un niño se traslada junto a su familia a un lugar inhóspito de la Patagonia. La escuela queda lejos, a 36 kilómetros, y como no hay otro medio de transporte el niño tiene que viajar –el verbo no es capricho mío– hasta ella a lomos de un caballo, un enorme matungo patagónico “peludo y vigoroso”. Envidiable, ¿verdad? Pero los cuentos, como la vida, siempre se complican, y lo que en cierta época del año resulta un paseo agradable acaba por convertirse en una odisea cuando llegan las nevadas: el caballo no consigue encontrar el camino de regreso. Una tarde, a la salida del colegio, el niño desmonta del caballo, toma las bridas y empieza a arrastrarlo. El personaje secundario entra en escena: un campesino que aconseja al niño que permita que sea el animal quien elija el camino. El niño se justifica: “Es que viene la noche y nunca he cabalgado a estas horas”. El campesino vuelve a intervenir: “El caballo conoce el camino. Déjate llevar y disfruta del paisaje”. Y así lo hace. El caballo lo lleva felizmente a su destino y en trayectos venideros el jinete se dedicará a admirar el paisaje.
La historia, autobiográfica, la narró el escritor Luis Sepúlveda en el X Congreso de Escritores Extremeños de 2009, en cuyas actas –que acabo de recibir– leo esta anécdota con el mismo placer con el que la escuché en su momento.
Un buen cuento real lo dice todo, pero aprovecho la ocasión para desearles a los lectores mucha suerte para el próximo año, y de paso recordarles que cuando el destino se presenta difuso en el viaje de la vida, siempre nos queda la opción de deleitarnos con el paisaje.
  
Francisco Rodríguez Criado

(Artículo publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO Extremadura el miércoles 29 de diciembre de 2010).  


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2 comentarios:

  1. Buenos días Francisco, el cuento real me ha parecido precioso y creo que está muy bien escrito,no conocía esta historia de Luis Sepúlveda, quizás me ha impactado tanto porque se parece bastante a mi historia personal de niño. Un abrazo
    Primitivo

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  2. Primitivo: la historia de Luis Sepúlveda es impactante, pero mucho más impactante que leer la historia es haberla vivido (o algo similar), como dices que es tu caso.
    Felicidades.
    Fran

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