Cierro esta trilogía sobre el dinosaurio con un texto que he encontrado en el blog Neorrabioso. Anecdotario de escritores sobre el dinosaurio y su circunstancia. Dice Alfonso Castagneto, el autor del artículo, que Luis Ignacio Parada lamenta que el autor guatemalteco sea menos recordado por sus grandes obras que por el famoso microrrelato. Yo también lo lamento. Considero a Monterroso un gran escritor pero su dinosaurio no me dice gran cosa. Ahora bien, desde un punto de vista sociológico me resulta de lo más interesante que hayan/hayamos escrito tantas versiones sobre el dichoso dinosaurio.
ANECDOTARIO DE ESCRITORES (112)
El cuento del dinosaurio, de Augusto Monterroso, no es el más corto de la literatura hispana
Augusto Monterroso es tenido como autor del más breve cuento de la literatura hispana, una falsedad evidente y que a él le significó una fama que le desagradaba. El español Luis Ignacio Parada lamenta que a Augusto Monterroso no se le recuerde por sus obras principales, sino por sus relatos breves, entre los cuales está el del dinosaurio: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
A Monterroso no le gustaba ser considerado nada más que autor de mínimos relatos. Tampoco le desagradaba en extremo, puesto que había servido para darle un prestigio que le facilitó muchos caminos en su vida. Además, en su libro La vaca cita como frase inspiratoria una de Mallarmé: “Toda abundancia es estéril”, dicha en alguna conversación.
Vuelvo al cuento del dinosaurio al que, equivocadamente, se llama el más breve del mundo. Hay al menos tres microrrelatos más breves que ese de siete palabras del guatemalteco. Parada muestra su especial predilección por uno, de únicamente seis, de José Antonio Martín: “Había una vez un colorín colorado”.
También en seis, Max Aub resume: “Lo maté porque era de Vinaroz”.
También en seis, Max Aub resume: “Lo maté porque era de Vinaroz”.
Con algunas palabras más hay algunos muy sugerentes.
Con nueve, Juan José Arreola resume toda una novela: “La mujer que amé se ha convertido en fantasma”.
García Márquez crea, con sólo diez, una atmósfera fantástica: “Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello”. (*)
En doce, Antonio Canedo sugirió: “Mientras Adán dormía alguien se acercó sigilosamente y le arrebató una costilla”.
También en doce David Acebey resumió: “Nunca pude alcanzar al amor de mi vida. ¡Cómo corría la condenada!”.
En dieciséis, Anton Chéjov describe: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a su casa, se suicida”.
En veintitrés, el propio Arreola contó: “En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta”.
En veintisiete, Thomas Bailey sintetizó: “Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta”.
Con nueve, Juan José Arreola resume toda una novela: “La mujer que amé se ha convertido en fantasma”.
García Márquez crea, con sólo diez, una atmósfera fantástica: “Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello”. (*)
En doce, Antonio Canedo sugirió: “Mientras Adán dormía alguien se acercó sigilosamente y le arrebató una costilla”.
También en doce David Acebey resumió: “Nunca pude alcanzar al amor de mi vida. ¡Cómo corría la condenada!”.
En dieciséis, Anton Chéjov describe: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a su casa, se suicida”.
En veintitrés, el propio Arreola contó: “En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta”.
En veintisiete, Thomas Bailey sintetizó: “Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta”.
Maravillosos cuentos cortos son las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Tiene una insuperable: “Aquella niebla fue tan fuerte que cuando pasó había borrado los rótulos de las tiendas”. Y otra de sólo seis palabras, genial: “El beso es hambre de inmortalidad”. Contra Monterroso, Hipólito Navarro escribió otro con las mismas palabras que dice: “El dinosaurio estaba ya hasta las narices...”.
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(*): Una anotación sobre este artículo: El microrrelato "El hombre invisible" (Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello) no es de García Márquez, como cita Castagneto, sino de Gabriel Jiménez Emán.
(No sé quién es el autor de la caricatura que ilustra el post, que he tomado de Biblioluces).
Excelente nota sobre los microcuentos más cortos en el idioma español. ¡Gracias!
ResponderEliminarSolamente un par de observaciones: sí es en nuestro idioma entonces no deberían de incluir las traduccione del de Anton Chéjov y el de Thomas Bailey.
Sobre el microrrelato de este último, pongo un enlace a una interesante nota en idioma inglés sobre este cuento y sus variantes.
¡Vaya! ¡La versión de Thomas Bailey Aldrich es de alrededor del año 1870!
http://everything2.com/title/The+World%2527s+Shortest+Horror+Story
¡mUCHos salUCHos de UCH! :]