viernes, 30 de julio de 2010

El microcuento en Internet, por Fernando Clemot

En este artículo, publicado en la revista Ajícara el 29 de julio de 2010, Fernando Clemot reflexiona en voz alta sobre un matrimonio bien avenido: el microrrelato y las nuevas tecnologías -que ya no son tan nuevas-, es decir: Internet en general y los blogs en particular. 
Esperemos -esta reflexión es mía- que ese matrimonio entre microrrelato y blog no acabe siendo un estigma. Cierto es que el "pantallazo" es un espacio óptimo para las narraciones ultrabreves, pero también lo es el libro, las revistas, los periódicos, los fanzines, las postales, etcétera. Puede ocurrir que el lector asocie estas minificciones exclusivamente con Internet y en su subconsciente se instale la idea de que es un género literario menor, como, creo, le ocurre a bastante gente.
 
El microcuento e internet
por Fernando Clemot



“El microrrelato nace con la idea de ser leído de un tirón, como un chupito de whisky se rellena con la intención de beberse de un trago, al poco sientes el quemazón en la garganta primero y más tarde en el estómago, y esa misma sensación es la que debería quedar en la memoria del lector cada vez que se enfrente a él.” Ginés S. Cutillas



Orígenes

Al microrrelato, al no ser uno de los géneros llamados clásicos, se le han encontrado innumerables inicios y referentes.

Algunos le han buscado una relación directa con géneros anteriores ya que en la literatura siempre se han utilizado textos o formas orales de corta extensión como las fábulas, las parábolas, las adivinanzas… Otros, como el escritor y crítico Pedro de Miguel (1), encuentran en las vanguardias y en los años treinta el caldo de cultivo del género pero habría que decir, poniéndonos estrictos, que el microcuento como género definido tiene una historia breve en español, es un género novedoso, recién inaugurado y no encontramos esa primera definición hasta los años cincuenta, en Argentina, de la mano de Bioy Casares, Borges y Cortázar. Tras estos le siguen otros autores iberoamericanos como Arreola, Denevi o Monterroso y de aquí a los autores españoles como Merino, Zapata, Tomeo, Juan Pedro Aparicio o Ángel Olgoso que junto a los trabajos teóricos de David Lagmanovich, Fernando Valls o Francisca Noguerol acabarán dando una mayor cohesión y profundidad al género.

Así tenemos que en un par de generaciones se ha pasado de las primeras formas de microrrelato o prosa breve a las que Max Aub llamaría “cagarritas literarias” a un género de prestigio, con proyección, con un aparato crítico que lo avala, estudios literarios a su alrededor y con congresos dedicados al mismo.



Nuevos géneros, nuevas tecnologías.

Debates aparte lo que parece claro es que cuando hablamos de microrrelato o microcuento hablamos de un género de muy reciente formación y definición, desarrollado en nuestro país principalmente en los últimos veinticinco años y que coincide de esta forma con el despegue e implantación masiva las nuevas tecnologías: webs, blogs, redes sociales… No sólo en las coordenadas temporales coinciden microrelato e internet si no que en la base de ambas formas de expresión encontramos una correlación decisiva ya que en ambas la brevedad e inmediatez son características definitorias.

Y así es, y en estos años de implantación de la literatura en internet el microrrelato ha resultado uno de los géneros más favorecidos y potenciados por las nuevas tecnologías. El ensayo, el relato tradicional, y mucho menos la novela, no son géneros que por extensión y fondo se adapten al formato de un blog o una página web con la misma comodidad que el microrrelato. Incluso la poesía parece que no encuentra un cauce apropiado en el lenguaje digital que lo pueda representar sin quitarle connotaciones que sí le ofrece el libro impreso.

Se diría que Internet, y en especial el blog, parece un formato creado por y para el microrelato y puede que sea en la blogosfera donde se ha producido un auge más espectacular del género. El microrrelato medio, cuyo tamaño debería oscilar aproximadamente entre doce y veinticuatro líneas, coincide prácticamente con la visualización de lo que comunmente se llama un “pantallazo de blog”. Pocas veces una herramienta se ha adaptado tan bien a una función como en el binomio microrrelato-blog. Fruto de esta adecuación se han desarrollado, especialmente en los cinco últimos años, un buen número de blogs dentro del ámbito nacional dedicados al cultivo del relato breve, no siempre de forma exclusiva pero que sí acogen con frecuencia reflexiones, debates y microrrelatos de los propios blogeros o de escritores colaboradores.

Una buena forma de seguir la actualidad del género es seguir la bulliciosa actualidad de algunos blogs, entre los que podríamos destacar: La nave de los locos, Relataduras, los blogs de Ginés Cutillas y Sergi Bellver, El clavo en la pared, Pensión Ulises, el blog de la revista Al otro lado del espejo, El tacto de un billete falso y los lamentablemente extintos Masacre en los jardines y El síndrome Chéjov



Presente y futuro del microrrelato.

El presente de este género en la red no puede ser más esperanzador ya que coincide en el tiempo con el auge en España del género del cuento, familiar muy próximo del microrrelato. Se diría que los géneros de la narrativa breve pasan por un momento inédito de esplendor, empujado también desde hace unos años por los múltiples premios literarios que espolean a los creadores de cuento y microcuento.

Quizá impulsado por este interés y el desarrollo en la red algunas editoriales se han identificado con el género del microrrelato y han apostado definitivamente por él. De estas cabría destacar especialmente la editorial zaragozana Páginas de Espuma, que recientemente publicó un segundo volumen de su antología Por favor sea breve, y también otras como Traspiés, Menoscuarto, Cuadernos del Vigía, a la par que la labor referencial de Fernando Valls (destacamos sus recopilatorios Ciempiés, los relatos de Quimera y el estudio Soplando vidrio y otros estudios sobre el microcuento español) que ha actuado como verdadero dinamizador del género en España.

1 “El microrrelato se populariza en la literatura en español gracias a la concurrencia de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para llenar sus páginas culturales. Algunas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna son verdaderos cuentos de apenas una línea, y también Rubén Darío y Vicente Huidobro publicaron minicuentos desde diversas estéticas. Junto a estos autores, la crítica señala también al mexicano Julio Torri y al argentino Leopoldo Lugones como decisivos precursores del actual microrrelato…”



Artículo publicado en la revista Ajícara el 29/7/10.

4 comentarios:

  1. Amén de la poética definición de Ginés, creo que el problema de ser considerado, o no, un género menor, radica ahí, en tener claro que un microrrelato es un cuento breve. Desecharemos pues los refranes, chistes, aforismos, greguerías y sobre todo el lanzamiento con alardes del moco ingenioso con el que algunos pretenden que lo confundamos, so pena de ser considerado un género "menor". Me preocupa, por ejemplo, todo cuento que contenga lugares comunes y pobreza de vocabulario, máxime si ocupa tres líneas a lo sumo. Angeles Prieto

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  2. Puestos a matizar, escribir chistes, greguerías, aforismos, etcétera, y "venderlos" como microrrelatos es no el peor problema (siempre y cuando estas piezas tengan su interés). Los conflictos de denominación tienen solución. El problema es que el microrrelato, por su brevedad, convoca a muchos cultivadores del género (en los blogs, por ejemplo) que no se preocupan de estudiarlo.

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  3. Cómo dice Ángeles creo que el problema también radica ahi, pero justo en lo contrario. Y es que el microrrelato NO es un cuento breve, es un microrrelato, un género con sus características propias (y algunas, muchas en común con el cuento breve). La confusión o la falta de acuerdo surge, precisamente, de una de sus características más debatidas, la de ser un género fronterizo, lo que dificulta en ocasiones su clasificación.
    Por otro lado, totalmente de acuerdo con lo que dice respecto a los lugares comunes. Parece que a los géneros de mayor extesión se les perdona cualquier atisbo de aburrimiento (y los lugares comunes que nombraba Chejov lo son, sin duda, y de los peores), pero aburrir en 20 palabras es un privilegio de esos cultivadores que nombraba Francisco.
    En cuanto al artículo de Fernando Clemot tan sólo nombrar algo que, desde ese lado del atlático y de la lengua se tiende a olvidar (no me atrevo a decir que por desconocimiento, pues los estudiosos que hombra sé que saben): el microrrelato nació en México y, de hecho, ese nombre surgió a raíz de la tesis doctoral de Dolores M. Koch sobre Torri, Arreola y Monterroso.
    Quiero suponer que no se hace mención de Lauro Zavala porque se da por supuesto al hablar de este género, igual que si terminara este comentario sin nombrar al dinosaurio.

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  4. Hola, Carlos.

    En España -desde donde escribo- se aprecia mucho la contribución de los autores mexicanos a la "causa" del microrrelato. Lauro Zavalo es citado (casi) siempre por sus estudios sobre este género. Recuerdo que las primeras entradas de este blog estaban dedicadas a él.

    Estoy de acuerdo contigo en general, pero hay una cosa que me gustaría matizar. No comparto la idea de que en los géneros de mayor extensión esté permitido los momentos de aburrimiento. Yo creo que aburrir es un pecado literario al margen del género. Es cierto que en una novela larga suele (y no siempre) haber fragmentos menos interesantes (dependiendo, claro, del gusto del lector). A mí, por ejemplo,las descripciones demasiado extensas me agotan. Ahora bien, una cosa es que no tenga yo, por lo general, la paciencia necesaria para estas descripciones (que si son buenas son aceptables) y otra cosa es la "paja narrativa" que algunos autores introducen deliberadamente en sus libros para que sean más voluminosos y, por tanto, más vendibles. (Si echas un vistazo a los libros más vendidos, suelen ser voluminosos).
    Como defensor de cierta economía del lenguaje, soy tan crítico con el excedente narrativo en géneros "grandes" como "chicos".

    Saludos

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