En esta entrevista, publicada en el Diario de León el 21 de febrero de 2010, Cristina Peñalosa Giménez, última ganadora del Premio de Novela de la Diputación de Córdoba con La conquista del olvido, opina sobre algunos temas literarios: las diferencias entre el cuento y la novela, la dificultad de los escritores no famosos para ganar determinados certámenes literarios, los elementos que debe tener una buena novela...
«La novela entra más en el detalle y el relato es una impresión del momento»
21/02/2010ALFONSO GARCÍA
A caba de ganar el Premio de Novela de la Diputación de Córdoba con La conquista del olvido . ¿Qué sensación tiene con su primera obra larga de narrativa prácticamente en la calle?
1397058884 Una dulce satisfacción. He esperado este reconocimiento durante mucho tiempo. Yo siempre he sabido que soy escritora y que, por tanto, puedo escribir una novela y, de hecho, ésta no es la primera; pero también he sabido, y sé, que es la mirada del otro la que refrenda nuestra posición en la vida. Deseaba una mirada -“un juicio-” imparcial y de un jurado con autoridad y lo he conseguido en una ciudad muy alejada de la mía y donde nadie me conoce. En estos años, aunque le parezca raro, he rechazado ofertas de algunas editoriales pues no se ajustaban a mi proyecto. Con otras, las que me gustaban, ni siquiera lo he intentado. Es muy difícil que los editores de prestigio lean un texto que no llega avalado por un nombre conocido o, al menos, apadrinado por alguien importante.
-”La obra aborda el tema de la memoria. ¿En qué medida los recuerdos pueden complicarnos la vida?
Hay personas que prefieren no enfrentarse a lo que les desa-grada, que intentan olvidar todo aunque no hayan aprendido nada. Ni siquiera se plantean que repetirán sus errores. Y efectivamente, a veces, consiguen olvidar quizá más de la cuenta. Eso le ocurre a Chiara Mantovani, al principio de La conquista del olvido. Chiara busca desesperadamente en Turín y luego en Roma el rastro de su familia y amigos que parecen haberse desvanecido en el aire. Esta situación también me ha obligado a reflexionar sobre la identidad, sobre la necesidad de velar con un semblante el vacío que se abre en el interior de todos los seres humanos. Y también sobre la pérdida pues toda la especie humana procede de un paraíso perdido al que, durante toda la vida, intentamos retornar.
-”Italia aparece como el eje del escenario en que se desarrolla la trama. ¿Por qué Italia, que siempre exige, por la lejanía, un planteamiento más complejo y difícil?
Hace años, mientras recorría la península italiana, se me ocurrió que podía ser que la prueba determinante de la autenticidad o de la falsedad de la Sábana Santa siempre hubiera estado a nuestro alcance. Veía a monseñor Guido Falconieri discutir sobre este asunto con su médico y buen amigo don Vittorio Saggezza mientras don Flavio Braschi, otro amigo tan apócrifo como los anteriores y director del Archivo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, les escuchaba atentamente. Poco después, aparecieron varias novelas sobre la Sábana Santa y yo me desinteresé; pero esa idea acerca de la Sindone, que como usted bien sabe se conserva en Turín, se me había quedado por ahí, en algún rincón del pensamiento y, probablemente, fue el germen de La conquista del olvido , aunque en mi novela el tema de la Sábana Santa sólo se toca tangencialmente, es decir, no es una novela sobre la Sábana Santa. Por otra parte, siempre que pensaba en escribir una segunda novela, aparecía en mi mente la imagen de un hombre paseando por las calles de Florencia. Y con ese paseo de Andrés Abastillas por la florentina vía Calzaiuoli y con el hallazgo de un objeto que le perturba y le obliga a replantearse su viaje a Italia, arranca La conquista del olvido . No me parece más difícil escribir sobre las ciudades italianas que sobre Sevilla, otro de los escenarios de la narración. Además me gusta mucho viajar de unas ciudades a otras cuando escribo y, siempre que viajo en la realidad, los lugares que visito me sugieren historias. Buena parte de mi primera novela se desarrolla en Viena y, con un cuento titulado Otoño en Viena , gané la primera edición del concurso de relatos de El País Aguilar.
-”Usted es autora de numerosos relatos breves, muchos de los cuales han sido premiados en diversos certámenes. ¿Siguen siendo los premios la mejor salida para adentrarse en el difícil mundo de la literatura?
Depende de cómo uno se lo plantee y de lo que valore sus narraciones. Para algunos autores es suficiente ver su obra impresa y no les importa el prestigio de la editorial ni si la distribución es buena. Yo intento que mis novelas y mis cuentos lleguen al mayor número de personas y que, cuando esas personas las tengan en sus manos, aunque planteen temas profundos como el de la memoria o el de la identidad, se enganchen a la lectura, que pasen un buen rato, que quieran saber qué va a ocurrir después-¦ Es posible que, ahora, gracias a la Diputación de Córdoba pueda acercarme un poco a esa meta. Los que nos aventuramos por el camino de los concursos sabemos que nos lo tenemos que tomar con deportividad. Hay que tener mucha paciencia y perseverancia. Es preciso no decaer y saber elegir, sobre todo, en los concursos de novela. Lo más aconsejable es no perder el tiempo y el dinero (fotocopias, encuadernaciones, envíos) en los que tienen una dotación económica importante. Una buena manera de seleccionarlos es consultar los ganadores de ediciones anteriores. Si todos ellos eran conocidos cuando les premiaron, es mejor mirar para otro lado.
-”Relato breve o novela: ¿dónde se siente más cómoda? ¿Qué diferencias más notables encuentra entre ambos?
1397058884 Me siento a gusto en ambos géneros. Cuando escribo, la extensión viene marcada por lo que pide la historia. La novela permite entrar más en el detalle y el relato es una impresión del momento. Hay quien dice que la diferencia estriba en que el relato ha de ser más intenso, pero yo creo que la intensidad y la tensión hay que lograrlas en cualquier narración y que, en ambos casos, el primer párrafo o, si me apura, la primera frase ha de enganchar al lector. Yo suelo decir que el cuento es como un amante y la novela como un marido. En ambos pueden encontrarse ventajas e inconvenientes pero lo que es incuestionable es que si aburren o disgustan hay que dejar tanto a uno como a otro, es decir, tanto al texto corto como al largo. Es preciso que la lectura sea sencilla, lo cual implica una escritura difícil. Es imprescindible que la obra conmueva pero, a la vez, que sea amena y hasta divertida.
-”¿Qué aspectos considera esenciales en una buena novela?
Una buena historia y saber contarla. Hay que dar con la voz narrativa y, enseguida, estudiar la estructura que es lo que sostiene el edificio de la ficción. A veces, cuando leemos una novela, nos parece que el autor salta de un lugar a otro o de un tiempo a otro -“así ocurre en La conquista del olvido-” un poco a lo loco, pero los lectores no se pierden porque ésa, la de la asociación libre, es la organización natural del pensamiento y la que propicia los grandes hallazgos.
-”¿Compatibilizar trabajo y escritura da mejores resultados que dedicarse a la literatura plenamente?
Rotundamente no.
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