jueves, 24 de febrero de 2011

Relato de Isabel Elena Pappalardo: "Tiempo marcado"

Overlook Café 1
Autor: Sung Kim



Pintar. Tampoco ésta es tarea sencilla. Llevo mucho tiempo frente al lienzo sin mayores logros. Nada me conforma: los tonos, las luces, los puntos de fuga…
El aroma de los óleos frescos me transporta; me lleva lejos en el tiempo y en el recuerdo.
 Cuando cursaba, la profesora decía que mis trabajos eran indefinidos, poco precisos. A  menudo repetía que, si no corregía esa característica, estaba destinada a rendir finales. Yo me inclino a pensar que aquello no era más que el reflejo de mi vida y de mis circunstancias.

  Siento que vuelvo a rendir un final cada vez que me enfrento a este atril con su panel vacío, blanco, expectante. Pero ¿qué importa probarse constantemente cuando se trata de objetivos altamente satisfactorios? Después de todo, vivir es siempre rendir.
Desde hace un tiempo considerable me dedico a diseñar casas: grandes, pequeñas, soleadas, coloridas, sencillas, opulentas, con amplios jardines al frente, con ínfimas plantaciones al fondo. Casas y más casas. Ninguna de ellas es mía. No me pertenecen en la realidad, pero sí en la fantasía. Cuando me instalo en la fantasía,  puedo adueñarme sin culpa. Y eso es magnífico.
Pero hoy,  estoy rediseñando la mía. Ocupa sólo la mitad del gran panel. En esa mitad grafico todo aquello que durante estos años me viene acompañando. No quiero olvidar ningún detalle, ningún rincón. Cada uno rebalsa de recuerdos, de secretos imborrables. He decidido no agregar detalles carentes de realidad. Por eso no dibujo la puerta en  su fachada; porque el frente de mi casa tiene sólo una ventana. La puerta de entrada se encuentra en uno de los laterales.
Mientras el color hace de las suyas sobre el lienzo, no puedo evitar el martilleo que, sobre mi cabeza y sobre mi corazón, provocan tus palabras cuando me invitas a tomar una determinación tan difícil. Y vuelvo a recordar: vivir es siempre elegir, definir, rendir. ¿A costa de qué? Me siento rindiendo uno de los exámenes más complicados de mi vida.
Mi casa ya está casi terminada. ¿Justo ahora?
Sobre la otra mitad del lienzo comienzo a dibujar tu casa. Tampoco quiero omitir detalles: los álamos alineados como centinelas, los eucaliptos dispersos y una breve muestra de los alelíes en flor. Más atrás, la casa con sus dos puertas al frente, y una pequeña ventana a cada uno de los lados. Las puertas permanecen abiertas. ¿Son un signo de recepción?
¡Perdón! Olvidé dibujarme y soy quien debe dirimir la cuestión; esa cuestión  en la que nunca hubiese querido involucrarme.
No encuentro el espacio. Tal vez nunca lo tuve. Mientras lo busco escucho nuevamente resonar tu pregunta y recuerdo: vivir es siempre elegir, definir, rendir. Opto por hacer un pequeño autorretrato superpuesto, abarcando ambas casas: la tuya y la mía.  

Isabel Elena Pappalardo












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