jueves, 19 de agosto de 2010

Vuelos de Ícaro, por Francisco Rodríguez Criado


VUELOS DE ÍCARO
La prensa nos ofrece cada día un rosario de muertes estúpidas, muchas de ellas –por así decirlo– intencionadas. Para algunas personas vivir no es estímulo suficiente: tienen que vivir al límite, y cuanto más al límite viven, mejor mueren. Hace poco nos enteramos del fallecimiento de un hombre en el Campeonato Mundial de Sauna en Finlandia, una competición de dudoso interés que no premia otra cosa sino la temeridad de quienes osan recocerse al baño maría.

La última moda en España viene marcada con denominación spanglish, el balconing, que está haciendo furor a tener en cuenta el número de víctimas que aportan su granito de arena en el desierto de la estupidez humana. Este deporte se practica en algunos hoteles por jóvenes –y no tan jóvenes– que piensan –es un decir– que España es el lugar perfecto donde dejarse la crisma, el hígado y las vísceras.
El balconing consiste en lanzarse desde un balcón a la piscina del hotel o bien a otro balcón. No sabemos si por los excesos de alcohol o si por la falta de perspectiva de los constructores, que alinean los balcones y las piscinas con los renglones torcidos de Dios, ya han muerto en el último fin de semana –en menos de doce horas– tres jóvenes extranjeros para quienes el encanto de la cultura española se reduce a una terraza de habitación de hotel con vistas a la muerte.



Imagino lo duro que debe de ser para los padres de estos jóvenes cadáveres convivir con el recuerdo de esos hijos que, ebrios de nuevas emociones, pusieron fin a su vida cual Ícaros en vuelo mortal en un intento de alimentar al moderno minotauro de la autodestrucción.

Francisco Rodríguez Criado

(Artículo publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO Extremadura el miércoles 18 de agosto de 2010).

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