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jueves, 3 de noviembre de 2011

Reinsertado



Fotografía tomada tras el atentado de Carrero Blanco, asesinado por ETA en 1973. Fuente de la imagen

David Garrido Navarro se ha especializado en escribir relatos muy vinculados a la actualidad política y social, uniendo así los intereses de la literatura con los del periodismo. "Reinsertado" es un diálogo satírico escrito a raíz del reciente comunicado de ETA en el que la banda terrorista ha afirmado que abandona la actividad terrorista. En este texto, Garrido Navarro denuncia la -según él- hipocresía de algunas personas en relación con el terrorismo en el País Vasco.  


REINSERTADO
David Garrido Navarro

-Adelante, adelante... Vamos a ver, vamos a ver... Pero siéntese, siéntese...
-Gracias.
-Veamos, veamos... Ah, aquí están sus papeles... Mmmm.... ¡Hombre, pero si es usted un terrorista!
-Si, señor. 15 años llevaba yo en mi empresa y mire, a la calle. Y encima como todo lo que cobramos por nuestro oficio es en negro, pues ni paro ni hostias.
-Bueno, bueno, tranquilo, hombre, no se preocupe que para su gremio hay trabajo de sobra.
-¿En serio?
-Y tanto. Aunque, eso sí, aquí en España la cosa ahora está jodida que no veas.
-No si ya... Este gobierno nos va a hundir a todos.
-Son unos incompetentes.
-No me hable, no me hable. Se quieren cargar España.
-Van por ese camino desde luego...
-Primero prohíben fumar en los bares, luego lo de los toros y ahora esto... ¿Qué será lo próximo: prohibir el fútbol, ilegalizar la paella, declarar al jamón sustancia dopante...?
-No lo quiero ni pensar.
-Pero bueno, ¿es que usted puede imaginarse una España sin toros?
-Me resulta difícil, la verdad.
-¿Y una España sin terrorismo?
-Eso me resulta todavía más difícil.
-Pues claro, si es lo que yo digo: el jamón, la paella, el fútbol, los toros, el vino, el terrorismo... Todo eso forma parte de la idiosincrasia de este país, y estos cabrones se lo quieren cargar todo.
-Y que lo diga... Pero, bueno, vayamos al asunto que nos ocupa. Usted quiere trabajar, ¿no?
-Pues si, señor, tengo dos hijos a los que alimentar.
-Y por supuesto le gustaría que el trabajo fuera de lo suyo, ¿no?
-Claro, claro, a poder ser.
-Pues mire, tiene donde elegir. ¿Qué le gusta más, playa o montaña?
-Hombre, a mí me gusta más la montaña, pero a la mujer... En fin, casi que me pone usted playa.
-¿Clima ecuatorial, subtropical o tropical?
-Ufff, pues no sé, en fin, algo normal. Que haga calor pero sin pasarse, vamos que refresque un poco por la noche. Es que mi mujer lo pasa muy mal con el bochorno, sabe.
-No se preocupe. Mire, ¿qué le parece este sitio?
-Coño, ¿y cómo se pronuncia eso?
-No tengo ni puta idea, pero fíjese en los folletos, fíjese en los folletos. Mire que playas... Y que chavalas...
-¿No son un poco jóvenes?... Pregunto...
-Bah, no se preocupe, para cuando usted llegue allí ya les habrán crecido las tetas.
-Mmmmm... no sé, no sé...
-¿Qué le encuentra?
-Pues que por lo que veo este sitio está a tomar por culo de aquí, y si estuviera soltero, pues, en fin, no le digo yo a usted que no me seduciría la idea, pero casao y con don churumbeles, como que me para un poco, sabe... Además, tal y como están las cosas, ya ni los terroristas estamos seguros en esos países. De repente se le cruzan los cables a algún cabrón de Wall Street y nos sacan de allí a hostia limpia en menos que canta un gallo. Y luego está lo de los terremotos, los huracanes, las enfermedades tropicales... En fin, que no me veo yo en un país de esos, no me veo...
-Bueno, bueno, no se preocupe, hagámoslo al revés, dígame usted hasta dónde estaría dispuesto a trasladarse con su familia y así podremos establecer un radio de acción, ¿qué le parece?
-De acuerdo.
(...)
-¿Y bien?
-Ah, pues no sé. ¿Es necesario salir de España?
-Hombre, ya le he dicho que aquí la cosa está kaput, como dicen los alemanes. Aunque a ver, déjeme pensar. Le importaría decirme cuál era su especialidad en concreto.
-Era Manipulador de Objetos Explosivos. Tengo el carnet aquí que lo acredita, por si quiere verlo.
-Oh, no, no es necesario. A ver, a ver, ya está, creo que lo tengo... Bueno, no es exactamente el mismo trabajo que desempeñaba antes pero se le parece mucho. Y además no tendría que salir de España.
-¿De verdad? Cojonudo... Cuénteme, cuénteme...
-Verá, ¿le gusta Valencia?
-Mmm, supongo, aunque yo nunca he estado... Pero mi mujer sí y siempre habla maravillas de las playas valencianas.
-Pues, señor mío, no se hable más, ¡ahí tiene usted su futuro! Voy a hacer ahora mismito un par de llamadas y asunto arreglao.
-Vaya, qué curioso, no sabía yo que hubieran grupos terroristas operando en Valencia. Es la primera noticia que tengo de ello.
-Ejem, bueno, realmente no se trata de un grupo terrorista propiamente dicho...
-¿Qué es entonces? ¿Una facción armada?
-No exactamente.
-¿Un comando disidente?
-No, no, no es eso, no es eso.
-¿Cachorros descontrolados?
-No.
¿Fundamentalistas religiosos? ¿Nacionalistas radicales? ¿Ultras de fútbol?
-No, me temo que no es nada de eso.
-¿Entonces?
-Verá, ¿a usted le gustan los muñecos de cartón?
-¿Cómo?
-Pues eso, muñecos, muñecos de cartón, grandes, muy grandes, representando a miembros de la alta sociedad y dispuestos en graciosas y abigarradas composiciones que una vez al año se desperdigan a lo largo y ancho de la ciudad, colapsándola por completo durante cinco días para, la última noche, pegarles fuego a cañonazo limpio ante el beneplácito de los gobernantes y el ferviente clamor de un pueblo que al día siguiente reacciona como si nada de esto hubiera pasado. ¿No me diga que la cosa no suena bien para un terrorista, eh?
-Hombre, dicho así... Pero no acabo de entender muy bien...
-Y luego están las mascletás. Joder, allí se va a hinchar usted a poner petardos. Y además a cara descubierta, nada de a escondidas, no, delante mismo de la policía y de la guardia civil, y no solo no le detendrán sino que encima le aplaudirán por ello. Además un terrorista manipulador de explosivos con su experiencia no tardaría mucho en hacerse un nombre entre lo más selecto de la pirotecnia valenciana. Ya lo creo, que se preparen que ya lo estoy viendo, ya lo estoy viendo... Bueno, voy a hacer ese par de llamadas, ¿eh?
-Espere, espere un momento...
(...)
-¿Qué le encuentra?
-Pues que sí, que todo eso suena muy bien pero... ¿y los muertos?
-¿Cómo dice?
-Pues eso, los muertos, los heridos, las víctimas en general, ¿dónde están?
-Ah, las víctimas, si, ya entiendo...
-Es que, como usted comprenderá, un terrorista sin víctimas es como un coche sin ruedas, no sé si me explico.
-Si, empiezo a comprender.
-Además, yo me conozco y se que si no hay víctimas, eso acabaría por afectarme psicológicamente de una forma u otra, y terminaría por convertirme en una persona insatisfecha, amargada y vacía por dentro, lo que seguro repercutiría muy negativamente en mi matrimonio y mi vida familiar, que terminarían por resentirse. Y yo no quiero que eso ocurra. ¿Me comprende usted, verdad?
-Bueno, siempre podría dejar un petardito suelto por aquí o un cohete mal colocado por allá, así, como quien no quiere la cosa, y boom, de vez en cuando, con un poco de suerte, tendría usted una víctima con la que subir un poco su autoestima.
-Ya, pero no sería lo mismo. Además, ¿y las reivindicaciones, qué? Porque, mucho ojo, eh, que yo soy un terrorista y no un psicópata. Yo si mato es por algo, no al tuntún como esos cafres a los que de repente alguien les mira mal en un semáforo y, ni corto ni perezoso, sacan una escopeta y le revientan la tapa de los sesos. No señor, hasta ahí podíamos llegar, mis crímenes responden a un largo proceso de introspección intelectual, sin el cual nunca hubieran ocurrido. Esto que le quede bien claro, eh.
-Perdone, perdone, no quería yo ofenderle. Nada más lejos de mi intención.
-No, es que uno oye muchas cosas y al final, pues mire porque tienes que ser fuerte que si no. La gente a veces se olvida que nosotros, los terroristas, también tenemos sentimientos.
-Ya, eso es cierto. Bueno, entonces lo de Valencia no le convence, ¿no?
-Ya se lo he dicho, lo vería bien como hobby, pero como profesión me faltan las víctimas. Y si las hubiera, pues así, a pelo y sin reivindicaciones, no serían víctimas del terrorismo sino, como mucho, víctimas de un asesino en serie y eso sería del todo insoportable para mi conciencia.
-Pues, en fin, eso limita bastante las cosas. No sé, no sé, déjeme pensar... A ver que mire otra vez su ficha... ¡Pero bueno, no me había dicho usted que tiene el título de administrativo!
-Ah, si, si... Y un año de empresariales.
-Pero, hombre, eso cambia mucho las cosas.
-¿Ah, si?
-Pues claro, señor, mío. La de tiempo que nos hubiéramos ahorrado si hubiera empezado por ahí.
-No me diga.
-Vamos a ver, ¿es necesario que esté en primera línea del frente?
-Hombre, necesario, necesario. También puedo quedarme en la retaguardia.
-Pues entonces ya está. Un trabajo en la retaguardia, con su propio despacho, firmando papeles que siembren el terror entre la población civil, con posibilidades de progresar hasta las estancias más altas, de hacer incluso carrera política, de amasar inmensas fortunas extorsionado a los débiles, robando, apropiándose de lo que no es suyo, sembrando odios, rencillas, miedo e injusticia social, que con el tiempo se cobraran cantidades ingentes de víctimas inocentes...
-Continúe, continúe... Suena de lujo...
-Y tanto. Y es más, si hace bien su trabajo, lame los culos correctos y aniquila a la competencia, pronto llegará a un puesto de P + I ; lo que en el lenguaje de esta clase de terrorismo significa Poder + Influencia. Bueno, y entonces si que se lo pasará pipa. Olvídese de esos juegos infantiles de poner una bombita aquí y otra allá. Nada, minudencias. Ahora piense en miles, -¡que en miles, en millones!- de personas muriendo de hambre en todo el mundo gracias a la acción de su P + I. O si eso no le parece suficiente y añora los fuegos artificiales, imagínese tener capacidad para iniciar una guerra solo con hacer unas cuantas llamaditas. Dígame, ¿cuantas bombas ha puesto usted en su vida? 20, 30, tal vez cincuenta. ¿Quiere saber cuantas bombas puede lanzar sobre la población civil un superbombardero de última generación en solo cinco minutos? Si se lo dijera tendría una erección y no es el momento. Y todo eso gracias a su P + I. Claro que sus inicios serían más modestos, tal vez tendría que conformarse con hipotecas, desahucios, despidos, en fin, las ligas menores que llaman los americanos. Pero, ¿por dónde cree que empezaron todos esos pro-hombres que rigen nuestros destinos? Por las ligas menores igual que lo hará usted. Además con su experiencia en el terrorismo de base no le costará mucho medrar como la mala yerba.
-¿Y las reivindicaciones, cuales serían mis reivindicaciones?
-Ah, eso es sin duda lo mejor de este trabajo, porque ni siquiera tendrá que cambiar sus reivindicaciones de siempre ya que todo esto lo hará en nombre de la democracia, la libertad, la justicia, la defensa de los débiles y, en fin, ese tipo de cosas. ¿Qué, cómo se le ha quedado el cuerpo? Piense que podría empezar mañana mismo si quisiera; es verdad que con contrato temporal, cobrando una mierda y haciendo más horas que un tonto, pero sin duda sería solo el primer peldaño en una escalera que le llevaría en unos años directamente a la cima. Vamos, ¿qué me dice, amigo?
-Acepto.                                                     
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4 comentarios:

  1. Bueno, bueno, bueno, creo que no había leído algo tan bueno en mucho tiempo. Qué bárbaro, criatura. Qué visualización de la escena, cuanta mordacidad en cada línea... nos da una buena patada en el culo este relato. Tiene etiqueta de satírico, ¿verdad?, lo veo en la entrada, pero para mi es real, es crítico, es una reflexión profunda sobre la hipocresía política y económica y sobre la pasividad de la población civil. Conciencias acomodadas en un mundo de plástico. Me ha encantado, David. Plas, plas, plas....

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  2. Satiro-corrosivo...set eclosión!!! Toda una bomba de fragmentación al centro de las conciencias...DETONADOR!

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  3. DETONADOR+IVA....

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  4. Hilarante, inteligente, no deja cabo suelto, buena David!

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