En el momento del parto, transcurridos los meses, una mujer yacía en el sueño profiriendo afligidos gemidos. El marido la exhortó a que descansara su cuerpo en el lecho donde liberaría mejor el peso de la naturaleza.
-No creo -dijo ella- que sea posible de ningún modo poner fin a este mal en el lugar en que se concibió en su principio.
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Una sonrisa sarcástica, me haz robado
ResponderEliminaresto es una aburrimiento
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