domingo, 8 de enero de 2012

El lenguaje de los bobos


Entrada a Google en Silicon Valley. Fuente de la imagen


Estoy leyendo un estudio sociológico de David Brooks, muy de agrado, sobre los bobos, un término que en este caso no es sinónimo de "idiota" sino la contracción de "burgueses bohemios (bourgeois bohemiams). El libro, en su edición en castellano (Grijalbo, 2001),  está prologado por Vicente Verdú y se llama Bobos en el paraíso, y el subtítulo, tan ilustrativo, es Ni hippies ni yuppies: un retrato de la nueva clase triunfadora
Brooks -que dice ser un bobo- analiza a la nueva clase dirigente norteamericana, que está a medio camino entre los hippies de los 60 y los brokers de los 80. Una clase que se define por su alto estatus social, económico e intelectual, pero que mantiene el espíritu contracultural que en su momento plantó batalla al movimiento imperante décadas atrás, el de los WASP (blancos, anglosajones y protestantes). Los bobos son cultos y ricos, pero consideran de mal gusto hacer ostentación de sus riquezas. Les gustan los negocios (como a los burgueses de toda la vida) pero con un toque artístico. Quieren ser empresarios y artistas a la vez. 

Transcribo un breve pasaje sobre el lenguaje de los bobos, que en el libro son presentados como capitalistas contraculturales. La ciudad de Silicon Valley, con Google al frente, podría ser el mejor ejemplo de "estado bobo". 

"Los capitalistas contaculturales de la actualidad viven o al menos creen vivir para las nuevas ideas, los nuevos conceptos, las nuevas formas de pensar. Incluso las reglas lingüísticas han cambiado. Utilizan frases cortas. Los sustantivos se convierten en verbos. Eliminan todo vestigio de prosa fluida y hablan como quinceañeros adictos a los videojuegos. ¿Las proyecciones de costes del año que viene? Una locura. ¿La gama de productos? La hostia. ¿Cómo fue la emisión de acciones? Puta madre. ¿La conferencia de San José? Alucinante, tío. Un masaje mental. Experiencia en tiempo real. En sus conversaciones, y sobre todo en sus correos electrónicos, adoptan el estilo lingüístico de Jack Kerouac. Sé espontáneo por encima de todo, aconsejaba el poeta beat. Sé rápido y libre. Elimina todo formalismo literario, gramatical y sintáctico. Sé salvaje y fluido para poder ser puro y honesto. "Lo que sientes acabará por cobrar forma", insistía Kerouac. Si Kerouac aún viviera, estaría dando conferencias a montones de vicepresidentes extasiados en esos seminarios empresariales que se celebran en Aspen. Aun muerto, es protagonista de anuncios de Gap". 
David Brooks, Bobos en el paraíso, Gribalbo,2001, páginas 124-125. Traducción de Bettina Blanch Tyroller  


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