lunes, 14 de noviembre de 2011

¿Se censuran los libros autopublicados?



Imagen de la Feria del Libro de Miami. Fuente de la imagen

¿SE CENSURAN LOS LIBROS AUTOPUBLICADOS?
El tema del artículo se las trae: la Feria Internacional del Libro de Miami no permitió en su última edición la presentación de libros autopublicados. Modesto Rocha, autor del artículo que podéis leer a continuación (lo he rescatado de LaPatilla.com), presidente de la editorial de Miami Alexandria Library, se queja de esa censura -ciertamente lo es, aunque podríamos llamarlo de otra manera- y cita a grandes autores que en algún momento se autopublicaron: José Martí, Lezama Lima, Leví Marrero, Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Alejandro Dumas, Ernest Hemingway, Stephen King, Thomas Paine, Upton Sinclair, Mark Twain. ..
Pero en mi opinión el asunto no es tan sencillo como él lo plantea. Por eso lo llamo debate, en caso contrario diría que se trata de una simple injusticia. 
Porque si se abunda en la autopublicación (legímita a mi entender, sobre todo si el libro merece la pena) para sortear el  filtro que supone la publicación en una editorial al uso, es también comprensible que ese filtro se acabe imponiendo post-publicación. Cita Arocha a grandes escritores que en su momento echaron mano de la billetera para publicar sus libros, pero omite los nombres de miles -y al paso que vamos de millones- de personas que tienen su libro en la calle simplemente porque cuentan con los recursos para poder pagarlo. ¿Que el libro es pésimo y está plagado de faltas de ortografía? ¿Que su autor lo desconoce todo sobre la literatura y lo único que le interesa es figurar como escritor aprovechando la cobertura que dan los nuevos tiempos? No pasa nada, sigue siendo un libro... 

Por un lado, considero que algunas editoriales al uso publican libros mediocres -algunos de ellos bendecidos incluso por ciertos críticos- mientras que excelentes escritores inéditos -ojo: los hay- tratan infructuosamente de encontrar su oportunidad. Por otro lado, ya no nos caemos de los nidos. Muchas supuestas editoriales -que no voy a citar- no son sino imprentas disfrazadas de editoriales y sus propietarios saben tanto de literatura como yo de astrofísica. Por eso publican -o mejor dicho: imprimen- a cualquiera. A cualquiera que pague, claro. 
¿Autopublicarse? Sí, siempre y cuando uno sepa lo que ello conlleva. Los libros autopublicados te ahorran alguna que otra frustración tras la negativa de turno, pero pesan mucho menos que los publicados por los cauces tradicionales. Y en muchos círculos los primeros ni siquiera son tenidos en cuenta.   
En cualquier caso, insisto: no se puede analizar la cuestión desde un punto de vista radical porque no es nada sencillo. Quienes se llevan la peor parte son esos buenos escritores que no encuentran hueco en editoriales comerciales, tan saturadas que posiblemente no tengan tiempo ni ganas de leer el manuscrito de un desconocido... Y entonces, ¿qué puede hacer ese autor sino autopublicarse...?
El mundo de la edición, ay, es tan apasionante como injusto...


Columna de opinión por Modesto Arocha
"La edición de la Feria Internacional del Libro de Miami de este año 2011 excluyó la presentación de libros autopublicados, aquellos en los que el autor paga la publicación. Al menos eso notificó por escrito a dos autores que publicaron con a, sin preguntar siquiera si sus libros eran autopublicados (uno de ellos no lo era). Resultó más fácil vetar a la editorial sin haber anunciado previamente esa política en la convocatoria. No juzgaron a los libros por el contenido, sino por la editorial.
Curiosamente, los dos libros rechazados por la Feria de Miami habían sido aceptados previamente por la Feria de Guadalajara de este año. ¿Guadalajara más democrática que Miami? Una pregunta que ahora mismo se me hace difícil responder.
Otro dato que debe parecer raro es que la Feria del libro de Frankfurt programó oficialmente este año sesiones sobre la autopublicación y los eBooks. A propósito, ¿se habrá enterado la Feria del Libro de Miami que existen los eBooks?
Me gustaría conocer públicamente las razones de quienes tomaron esta decisión, porque la Feria del Libro de Miami se nutre de fondos públicos. Como estoy dolido, dejo a otros el ejercicio legítimo de explorar las razones de estas acciones, que no me parecen razonables.
The New York Times Book Review y una idea pasada de moda

Pero la Feria del Libro de Miami no está sola. La prestigiosa revista The New York Times Book Review no acepta títulos de libros autopublicados. Lo justifica de este modo:

“Nuestra idea, que puede estar pasada de moda, es que con el gran volumen de libros que publican cada año las editoriales tradicionales, y que beneficia a tantos autores, es casi seguro que todos los libros de mérito encuentran lugar en alguna de esas prensas”.
Pues sí, creo que esa “idea” está pasada de moda e implica dos cosas: a) si un libro tiene que autopublicarse para ver la luz es porque es inferior. b) si un libro encuentra un editor tradicional es porque es un libro de mérito.
Sobran los ejemplos de excelentes autores que han autopublicado alguna de sus obras: José Martí, Lezama Lima, Leví Marrero, Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Alejandro Dumas, Ernest Hemingway, Stephen King, Thomas Paine, Upton Sinclair, Mark Twain… Por otra parte, muchas grandes editoriales publican chatarra bien escrita explotando la fama de un autor, o convirtiendo en autor a un famoso, sin atender la virtud del contenido.
Esa política de The New York Times Book Review puede deberse a una razón más profana: proteger la gran industria editorial de Nueva York. Es siempre un ejercicio legítimo explorar las probables razones ocultas de una acción irracional.
Los escritores quieren escribir libros, no fabricarlos ni venderlos. Pero si en estos momentos se sientan a las puertas de las grandes editoriales, el 99.9% de ellos esperará por las calendas griegas.
La crisis de lo tradicional

La industria editorial tradicional está en crisis por desdeñar el progreso tecnológico que las editoriales de autopublicación abrazaron. Veamos:

  • La distribución de libros a través de las librerías tradicionales, al menos en Estados Unidos, entró en picada. Amazon (y similares), más un eficaz servicio postal, están acabando con ella. Cualquier libro se puede encargar desde la casa a mucho mejor precio. Borders, la segunda cadena de librerías en Estados Unidos, quebró este año. Barnes & Noble, la primera, está en capilla. Si sobrevive es porque comenzó a vender otras cosas que libros.
  • El lector vuelve la vista de la tinta a los dots. Un eBook cuesta varias veces menos que el mismo libro en papel. Se comienza a leer al instante, no pesa y no utiliza espacio en el anaquel. En estos momentos más de la mitad de los títulos se leen –en Estados Unidos– en lectores electrónicos (eReaders, computadoras y teléfonos celulares inteligentes). El eBook no necesita muchos de los servicios que prestan las editoriales tradicionales: diseño tipográfico complejo, impresión en papel y distribución en librerías físicas.
  • Las grandes editoriales casi no hacen nada diferente de lo que puede hacer un autor por sí mismo para la promoción de su libro: reseñas, presentaciones y alguna bulla en la Web. Si un libro es realmente bueno basta con promoverlo un poco. Los lectores se encargan del efecto dominó.
  • Se puede contratar servicios editoriales on-line de excelentes editores profesionales, algunos excretados por la industria editorial tradicional.
  • Muchos autores importantes ya no encuentran beneficios en un editor arrogante que ni siquiera les consulta acerca de la portada de su libro y que ofrecen royalties por debajo del 10% del precio de venta.

Nota del editor: Modesto Arocha es presidente de Alexandria Library, editorial miamense desde 1995
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2 comentarios:

  1. Hola, Antonio, acabo de leer esta entrada y me parece lógico tu punto de vista. Yo acabo de autopublicar una novela ("Fragmentos de una especie ya extinguida"), y ahora me pregunto cómo hacerla destacar (si es posible) entre tanta otra novela mal escrita (he hojeado algunas). Mi pregunta es: ¿existe un filtro para las novelas autopublicadas? Creo que, tal como está planteado el asunto, lo suyo sería ser capaces de distinguir entre buena y mala literatura, y no entre autopublicación y edición convencional. Estaba pensando en si existía algo parecido a lo que hay en las revistas científicas, es decir, censores independientes sobre un borrador de artículo (en este caso la novela autopublicada), que simplemente lo aprueben, lo rechacen o propongan mejoras. Sería simplemente hacer pasar cada novela por un control de calidad. De este modo, habría novelas con "calidad" y sin "calidad". Así es como funciona en el mundo de la ciencia, y funciona más o menos.

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  2. Hola, Alejandro.

    Te respondo, pues supongo que la pregunta me la diriges a mí (me llamo Francisco, no Antonio...).

    En literatura puede que haya censores, pero me temo que la palabra "independiente" no pertenece a este ámbito. :-)

    En fin, que ese filtro independiente que, según apuntas, existe en las ciencias no se da en las letras. (A no ser que queramos entender como independiente al destinatario último del libro: el lector). A priori tu libro -al margen de su mayor o menor nivel literario- está condenado a perderse en la magma de libros que se publican hoy día en España. Si no cuentas con un canal de distribución y de promoción lo tienes difícil. Muy difícil. Por eso es siempre mejor publicar en una editorial que arriesgue su dinero: ellos mismos serán los primeros en tratar de recuperarlo y, en la medida de lo posible, multiplicarlo.
    La autopublicación tiene alguna ventaja pero demasiados inconvenientes.
    Suerte en cualquier caso.

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