jueves, 17 de junio de 2010

Tony O´Neill

En esta entrevista resumida, Tony O´Neill reflexiona sobre su vida y su literatura. Nunca he leído a O´Neill, pero teniendo en cuenta cuáles son sus autores preferidos (a quienes sí he leído) no tengo la menor duda en incluirlo en el círculo de escritores del realismo sucio norteamericano. 

I.M. RODRIGO



MADRID



Lunes, 16-02-09



Tony O´Neill es un joven escritor estadounidense, casado y padre de un niño. Tony es ahora todo eso y mucho más, al situarse a la cabeza de la Generación Offbeat. Pero antes de afianzarse en la cima del punk literario, O´Neill tuvo una convulsa existencia de drogas, alcohol y rock and roll.



La literatura fue su mejor redención, la metadona narrativa que le salvó de morir víctima de una sobredosis. Miembro de grupos como The Marc Almond Band, la música se convirtió en un arma de doble filo que le arrojó a un (con)sentido frenesí de extenuantes giras. Se pasaba el día colocado hasta que Dan Fante apareció en su vida. «Es el escritor que mayor influencia ha ejercido en mí. La primera vez que leí sus libros sentí que todos mis escritores favoritos no estaban muertos», cuenta un sincero O´Neill. El descubrimiento de que había más personas como él, víctimas de una existencia barroca, triste y oscura, fue el impulso que le llevó a escribir su primera novela, «Digging The Vein» (Contemporary Press, 2006). «Si no hubiera robado el libro de Dan cuando estaba enganchado a la heroína, nunca me hubiera animado escribir mi propia historia».



O´Neill empezó a escribir con frecuencia y a publicar online. Mientras los grandes escritores se mantenían al margen de internet, «para los escritores más jóvenes era nuestro medio natural». Un caldo de cultivo que fue reuniendo a toda una generación que tenía libertad para publicar su trabajo «sin tener que esperar seis meses para recibir una respuesta de la revista literaria de moda que incluso publicaría la lista de la compra de Joyce Carol Oates si ésta se la enviara». Los escritores entablaron contacto hasta desembocar, como al propio Tony le gusta definirlo, «en una especie de competición amistosa. La gente comenzó a hablar de nosotros como grupo y así nació el término Generación Offbeat».



Tres años después Tony O´Neill ha publicado cuatro novelas. La última de ellas, «Down and Out On Murder Mile» (Harper Perennial), llega a España en marzo (El Tercer Nombre) después de un exitoso recorrido por Estados Unidos. Y es que la crítica, que en su día definió «Digging The Vein» como el libro de la década comparándolo con el «On The Road» de Kerouac, siente devoción por este arriesgado autor. Puede que esa devoción se deba precisamente al riesgo que Tony, junto al resto de offbeats, está dispuesto a correr para espabilar a la constreñida escena literaria actual. «Compartimos una ira y un sentido de la urgencia más que una característica estética que nos defina como movimiento literario», explica O´Neill. «Los escritores contemporáneos que merecen la pena son gente como Dennis Cooper, el propio Dan Fante, Laura Hird, Stewart Home... todos ellos autores prolíficos pero situados en el margen de una industria literaria cuyos mitos son Dave Eggers y Safran Foer -continúa-. A estos últimos se les considera las voces de una generación, pero si Dave Eggers es la voz de una generación siento mucha lástima por esa generación».



Y es que las voces que ejercieron de piedras angulares de la educación literaria de Tony O´Neill fueron Burroughs, Bukowski, Selby, Trocchi y Huncke. No obstante, el libro de cabecera de este autor es «El Almuerzo Desnudo» de William S. Burroughs, «para mí el mayor trabajo de la literatura americana del siglo XX».



Nuevas e interesantes lecciones que el propio O´Neill transmite ahora a sus (muchos) lectores, en un claro trasvase generacional tan positivo como constructivo. «No tengo tiempo para las relaciones sociales porque soy una persona bastante introvertida. Tal vez esto viene de haber pasado la mayor parte de mi juventud metido en temas de drogas, lo que me aisló bastante del resto de la gente. Me acostumbré y aún hoy sigo haciéndolo». Aunque no hay mayor introspección externa que el ser capaz de desnudar un alma atormentada mediante palabras y conseguir que esa narración haga vibrar al más común de los mortales.



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